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Silvia Casas: Corazón que refugia

Es la primera argentina que adoptó un niño con 27 días de vida con VIH en 1990. Después de esa experiencia fundó CASA Manu en donde recibe niños en tratamiento para que tengan amor de familia antes de ser adoptados. Con trabajo de hormiga, mucho esfuerzo y dedicación, el hogar tiene 15 años de funcionamiento y más vida que nunca.

En la calle Weiman 670 de Monte Grande, provincia de Buenos Aires, se escucha el barullo de niños jugando en un patio. Es un día soleado y seguramente están en un rato de dispersión al aire libre. Una mujer hamaca a dos niños al mismo tiempo, mientras otra le da la mamadera a un bebé de un año aproximadamente sentada bajo la sombra de un árbol. Desde una ventana, Silvia levanta la mirada escondida detrás de sus anteojos y sonríe al ver las picardías de los deambuladores. Es un hecho. Esos niños tienen abrazos por donde los busquen en ese refugió que construyó con ladrillos de esperanza, vida y amor.

Silvia Casas es una mujer común, como cualquier otra persona, pero que en 1990 y con una familia ya armada –ella, su marido y tres hijos- recibió una llamada telefónica que le cambió la vida a ella y a muchas personas más. Desde hace un tiempo estaban anotados como familia de tránsito recibiendo en su hogar a otros chicos que aguardaban a que la justicia y los papeles confirmen quiénes serían sus padres adoptivos.

Esta vez el llamado fue diferente porque nunca habían adoptado un bebé tan chiquito y desconocían por completo la enfermedad que presumía que portaba. Así llegó Emanuel a los brazos de Silvia, con VIH, en una época donde le adjudicaban la enfermedad a los homosexuales y una época en la que el miedo ganaba a la sociedad y terminaba de matar con la ignorancia y la discriminación a los afectados.

Héroes- ¿Cómo llegó Emanuel?

Silvia- Emanuel –Manu, como le decían sus hermanos- llegó a nuestra casa cuando tenía 27 días de nacido. Tenía los nudillos lastimados de golpearlos contra los costados de la cuna cuando lloraba, tenía hepatits B, sífilis y SIDA. Cuando me llamaron me dijeron todo lo que tenía pero eso no me alarmó, al contrario, me asustó que pase él solo por todo eso. Le consulté a mi marido y él me dijo “Silvia, si nos llaman es porque nos necesitan”. Todo fue inmediato, llamé y les dije que lo traigan y al rato llegó. Los chicos estaban en la escuela, mi marido trabajando y yo recibo un bebé en brazos en la vereda de mi casa, una tarde de julio. Siento que por algo pasan las cosas.

Héroes- ¿Qué significó Emanuel?

Silvia- Manu era un niño como cualquier otro. Nos dijeron que con suerte viviría unos meses, pero nosotros no pensábamos que podía morir algún día. Al tiempo que aprendimos de qué se trataba el SIDA y cómo convivir con la enfermedad en una sociedad desinformada, también recibimos de Manu la esperanza constante. Él jugaba al fútbol, iba a la escuela, hacía sus travesuras. A los ocho años de él la enfermedad se complicó por un virus en el cerebelo y en cuestión de días Manu falleció. Pero nosotros sabemos que tuvo una vida feliz. Me tocó elegir entre quedarme con el dolor o levantarme y encontrarle un significado a lo que estaba pasando.

Héroes- ¿Así nació Casa Manu?

Silvia- Casa Manu ya existía en mí desde antes pero no tenía nombre, ni la certeza de que podría hacerlo. Cuando Manu se fue me sentí preparada para ayudar a otras familias que transitaran por algo similar, para abrazar a otros niños, pero me faltaba el lugar. Un día me decido a comenzar a construir esto basándome en todo lo que Manu nos había dejado y no encontrábamos un nombre, entonces veo a través de la ventanilla del colectivo una frase que parecía que la hubiera escrito él, decía: “Más amor nos une”; noté que las letras iniciales formaban su nombre.

Héroes- ¿Qué es Casa Manu?

Silvia- Es un hogar que primero estuvo ubicado en un departamento y luego en una casa. El departamento era amplio pero tenía escaleras y eso hacía más complejos los traslados. Cuando logramos que nos dieran un subsidio, en el año 2002, no nos alcanzaba más que para una casita más pequeña pero con un patio. Los vecinos, amigos y familia vinieron a ayudar para dejarla lista para abrir sus puertas y corazón. Así es como la casa recibió 94 chicos con el virus desde el primer día y con la colaboración constante de más de 40 personas que lo hacen sólo por amor.

Desde entonces Casa Manu es una “medida de abrigo” según la Dirección de Promoción y Protección de Derechos de Infancia de la Provincia de Buenos Aires. Los niños llegan a la Casa porque sus derechos han sido vulnerados de alguna manera y dan un plazo de 180 días para recomponer el lazo con la familia o encontrar otra que cumpla con lo que el niño necesita. Son pocos los niños que vuelven con la familia. Los otros tienen otro camino que transitar hasta que se decreta el estado de adoptabilidad y encuentran la familia adecuada. Finalmente comienza un proceso que luchamos para que sea cada vez más adaptado en la sociedad y es el de entender la condición de su salud y aceptarlo igualmente.
Hoy existen muchas medidas para que un niño pequeño le dé pelea al virus. Los más grandes pasan por algo aún peor, tras tener tratamientos truncados y la falta de aceptación de su propio entorno, ven el contexto, comprenden y sienten el dolor. A estos niños les produce más daño la soledad de no encontrar una familia que el propio virus.

Héroes- ¿Cuál es tu sueño?

Silvia- Si bien pusimos y ponemos mucho esfuerzo en que exista Casa Manu y que cumpla con todo lo que los chicos necesitan, lo ideal sería que no sea más un hogar, que no tengamos que recibir niños que esperan para tener una oportunidad.  Lo ideal sería que seamos un espacio de contención para las familias y que podamos brindar nuestro conocimiento, apoyo interdisciplinario y contención emocional. Todo lo necesario como para que los adoptantes reciban información certera de lo que es el VIH y para que elijan tener un hijo con el virus, como así también para que las madres que lo tienen no se desprendan de él y aprendan a cuidarlo. Es una material pendiente en la sociedad.

Quince años después de que Casa Manu se levantara como un hogar convivencial, Silvia es, como toda madre, el centro energético de esa casa. Sostenida por su iniciativa de amor y solidaridad con los demás, invita constantemente y bajo diferentes actos a que la sociedad entera sea parte de su propuesta. Cada diciembre de cada año se realiza una correcaminata. “Empezó como una caminata de vecinos y de 350 participantes que contamos en la primera edición, el año pasado sumamos 1500”, aseguró. También se llevan a cabo ferias, bailes y campañas de donación para que a los chicos no les falte nada y para sensibilizar a la sociedad sobre el VIH y todo lo que se puede hacer desde Casa Manu.

Si querés ayudar podés hacerlo mediante una donación de ropa, dinero o alimentos, como también es bienvenida toda ayuda para mejorar la calidad de vida de los niños.

Comuníquese con Casa Manu www.casamanu.org.ar