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Coco Cerrella . Maestro entre rejas

Mariano Cerrella, más conocido como Coco, se recibió de diseñador gráfico en la UBA en diciembre de 2001. Como a todos los argentinos aquel fatídico año lo marcó para siempre. A partir de ahí y como consecuencia del panorama que se vivía por esos días, Coco empezó a explorar eso que según él todos tenemos latente, la sensibilidad por lo que nos rodea, mirada periférica dice él.

A los 29 años este diseñador empezó a dar clases ad honorem en la UBA. Entre otras motivaciones, quería de alguna manera devolverle a la universidad pública algo de lo que había recibido en sus años de estudio. Allí descubrió que la docencia era su vocación, que no solo le gustaba dar clases sino que también aprendía mucho de esa experiencia. Y es que cuando se le pregunta a Coco el porqué de su actividad, una de las principales cosas en las que insiste es su necesidad por darle a la sociedad, lo que le fue dado, esas oportunidades que él tuvo y que otros no.

En ese camino de búsqueda de equilibrio entre lo que lo hacía feliz y lo que le permitía vivir, conoció la organización “Ingeniería Sin Fronteras Argentina” y allí a una persona que daba clases en la cárcel de Devoto. A partir de ahí supo que ese era su camino, que estaba ahí lo que buscaba, la oportunidad de vincular, trabajo social, docencia y diseño. A través de Ingeniería Sin Fronteras Argentina, Coco empezó colaborando en la cárcel con un grupo de 10 detenidos que estaban armando una imprenta en el marco de una cooperativa de trabajo. Lo que hacían era colaborar en su capacitación técnica y también, en la realización del proyecto. Después de meses de trabajo, la Cooperativa Esquina Libertad comenzó a trabajar. El objetivo era minimizar las dificultades que tienen los presos a la hora de la reinserción laboral.

Coco entendió, que todavía podía hacer más ya que en Devoto hay alrededor de 1700 presos. De ahí surgió la iniciativa de armar un taller de afiches en el Centro Universitario Devoto (CUD), una sede de la UBA dentro de la prisión, para todos aquellos detenidos que hubiesen terminado el secundario. Con la ayuda del primer grupo de detenidos difundió el nuevo taller por los diferentes pabellones y a la semana tenía 120 inscriptos. “Dentro de la cárcel si hay algo que tienen es la necesidad de expresarse, hay mucho para decir” dice Coco. Muchas veces esa necesidad es salvada con la histórica tradición de los tatuajes e incluso, usando las paredes como muro de expresión. Supo entonces, que un taller de afiches les daba a los reclusos el canal apropiado para atender esa necesidad a través de un mensaje sintético pero con mucho contenido.

La consigna general del taller es que se hagan afiches sobre Derechos Humanos; a la educación, a la salud, a un juicio justo, etc. Son ideas de cada uno de los alumnos pero que se discuten en grupo. Esta claro que no es solo aprender a dibujar, sostiene Coco “me da mucha felicidad ir y trato de llevar esa energía ahí adentro, pero tiene su costo, uno se vincula emocionalmente con ellos.” Y agrega, “los docentes somos los ojos, las orejas de ellos hacia afuera y muchas veces también la contención. Durante el taller algunos se olvidan que están en la cárcel. Yo voy con mi conocimiento, pero existe una transformación interna, es imposible salir de esa experiencia y ser el mismo”

Coco cree que si hay algo tan importante como dar clases en la cárcel, es difundir el espacio y aportar otra mirada al imaginario social de lo que es una penitenciaria. Y que a la vez, es importante intentar entender a aquel que no logra elegir otro camino en su vida, en todos los casos hay una historia para escuchar y tratar de entender. “Es fácil juzgar cuando uno tuvo oportunidades” dice.

Actualmente tiene intenciones de incorporar la carrera de diseño gráfico en el CUD. El objetivo es aumentar las probabilidades de inserción laboral y también, incentivar a las personas a la profesionalización. “El espacio esta a mi cargo pero no estoy solo porque definitivamente es imposible hacer ciertas cosas solo, no porque sea una cárcel, sino porque no existen los proyectos en solitario.” La clase debe continuar.

“Los docentes somos los ojos, las orejas de ellos hacia afuera y muchas veces también la contención. Durante el taller algunos se olvidan que están en la cárcel”
− Coco Cerrella

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