“No tienen agua y eso significa vivir en la pobreza más absoluta” dice Mauro González, un joven de 27 años, estudiante de veterinaria que viajó al Impenetrable chaqueño conmovido por las necesidades de los pobladores de una de las zonas más pobres del país.
La primera vez que fue hasta allá lo hizo en 2010 en auto y con unos amigos, movido por la curiosidad de conocer el Impenetrable. Pero, el choque ante la necesidad imperante fue tan fuerte que tuvo la necesidad de seguir viajando todos los años. En julio realizará la próxima expedición acompañado al menos de unas 50 personas y de camiones de donaciones. Al ver que se sumaba tanta gente decidió crear una organización no gubernamental que se llama Sol y Luz. Su única ambición es que quienes habitan en uno de los parajes más pobres de la Argentina tengan una vida más digna.
“La primera vez que vas te quedás shockeado porque no podés creer que en pleno 2014 haya gente que no tiene agua, que viva en ranchos de adobe y que haya días en los que no come absolutamente nada”, cuenta Mauro. A este joven, le queda muy poco para recibirse de veterinario. Estudia en Casilda y trabaja en el Imusa. Además de todo esto,dedica el tiempo que le queda en organizar los viajes, los donativos, buscar los camiones, los voluntarios y conseguir el dinero para llegar a Misión Nueva Pompeya, una localidad de unos 5 mil habitantes ubicada exactamente en el corazón de la provincia del Chaco donde la mayoría de los pobladores son Wichis. “Necesitaría que la semana tenga al menos dos días más”, asegura.
“La primera vez que fui a Misión Nueva Pompeya se me abrió la cabeza. Cuando volvés te parece que vivís en un palacio aunque sea un mínimo departamento de estudiantes”, confiesa. Se enganchó en el 2010 y desde entonces no pudo dejar de ir. “Hay personas que se impresionan mucho de lo que ven porque ahí no hay agua. Nosotros vimos gente tratando de tomar agua de un charco…”, relata y agrega que en esta localidad chaqueña la gente tiene que caminar hasta un aljibe para conseguir el suministro tan básico y necesario para la vida humana. “Al principio hacíamos asistencialismo, llevábamos camiones con donaciones y nos íbamos, pero nos fuimos dando cuenta de que la gente valora sobre todo que compartamos algo con ellos. De eso no se olvidan”, asegura.
Y así comenzaron los talleres.Primero de costura. Llevaron máquinas de coser y allí una mujer enseña a las demás. Luego continuaron con peluquería, herrería enla localidad cercana llamada Juan José Castelli, “porque allí hay luz y se pueden hacer los talleres”, aclara Mauro. Para el próximo viaje, que será durante la primera semana de julio, construirán los cimientos de una casa para una mujer que cuida a personas discapacitadas. “Logramos que el municipio les ceda el terreno pero tenemos miedo de que se lo saquen, por eso vamos a levantar algo”, dice el joven que junto a sus compañeros están juntando materiales de construcción para llevarlos al Chaco. “Vamos a arreglar algunas escuelas y también haremos el contrapiso de varias aulas que tienen piso de tierra”, describió.
En Rosario. El año pasado Mauro se estableció en Rosario. Es de Baradero y los últimos años estuvo viviendo en Casilda por la facultad. Y ahora que le queda poco se instaló en Rosario. Cuando vio que había tanta gente en situación de calle decidió que también habría que hacer algo por ellos y conoció el emprendimiento de “La sachetera” que consiste encoser sachets de leche y yogur y armar bolsas de dormir térmicas e impermeables que luego se reparten a personas que duermen en la calle. “Nos juntamos en nuestras casas y vamos uniendo los sachets”,cuenta. Se sumaron varios jóvenes y muchas otras personas que no sólo donan los envases plásticos sino que también prestan su local para que se convierta en centro de recepción.
La asociación Sol y Luz tiene ganas, fuerza joven y sobre todo muchas ambiciones de las buenas, de esas que buscan que el mundo sea un poco mejor.
“La primera vez que fui a Misión Nueva Pompeya se me abrió la cabeza. Cuando volvés te parece que vivís en un palacio aunque sea un mínimo departamento de estudiantes”
− Mauro González
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