Por: Roxana Miguel
Emprendedora por donde se la mire, su vida salió a flote gracias a no bajar los brazos y su sentido superador. Fundó la Cooperativa El Ceibo desde la cual capacita a cartoneros para que puedan recuperar material reciclable, aprendan a reciclar y generen un ingreso digno. Su aporte es fundamental para reducir la acumulación de basura.
No es fácil comunicarse con Cristina para una entrevista, y empiezo diciendo esto porque sólo tuve dos oportunidades de golpear su puerta con el fin de abrir una ventana a su historia, y es que ella está muy ocupada y concentrada en una actividad que no todos se animan a llevar a cabo, pero que en definitiva significa para ella, y para otras tantas personas, una vuelta de rosca para salir del peor momento.
Oriunda de Arrecifes, carga con una historia de vida dura que la enfrentó con la pobreza en su rostro más angustiante. Criada en una familia de clase media y con los pies en el inicio de una carrera universitaria, tuvo que dejarlo todo e irse a vivir al sur después de la pérdida de un hermano. Allí conoció a su pareja con quien pudo sentir en rigor lo que es un “mal de amores”. Paso hambre, sufrió violencia de género y estuvo al borde de perder a sus hijos por no poder alimentarlos correctamente. Cristina revolvía la basura constantemente buscando una oportunidad. Nunca bajó los brazos.
¿Se puede pensar acaso que en el momento más angustiante existe la posibilidad de emprender? ¿Los sentimientos pueden jugarnos en contra como emprendedores? Por eso destaco que Cristina es un ser con mucho para transmitir al respecto. Luego de cirujear y deambular por el sur hasta llegar a Capital Federal, levantó su frente cansada no sólo para reconstruirse como mujer, madre y persona, sino también con capacidad de emprendedora. Así nació la Cooperadora El Ceibo, desde las raíces de la basura.
Héroes: Sin querer, juntar basura se convirtió en tu emprendimiento. ¿Cómo fue esa experiencia?
Al principio lo viví con mucha vergüenza. No tenía nada. Salía a recorrer las calles con un gorro y bufanda, todo lo que me pudiera tapar. Pensaba que todos me estarían mirando y me juzgarían, pero luego me di cuenta que nadie mira para otro lado. Por aquel tiempo, los que vivíamos en casas tomadas y nos juntábamos en ollas populares, se nos dio por crear la Cooperativa El Ceibo, allá por el ‘89. Todos queríamos algo mejor y notamos que para ello la gente nos tenía que conocer, una manera de hacerlo era generando conciencia sobre la importancia de separar los residuos en origen.
Entonces, empezamos a ir casa por casa para repartir folletos que expliquen cómo debían separar los residuos. Con el tiempo conseguimos un galpón para trabajar y con ello nos empezamos a repartir los horarios, las tareas y responsabilidades. Así nos convertimos en lo que somos hoy, una empresa social.
Héroes: ¿Es importante la reacción de la gente para poder crecer como emprendedora social?
En esta situación, la mirada de la gente pesa en algunas personas más que en otras. Si bien hoy la mayoría de las personas nos reconocen, aprecian lo que hacemos y quiénes somos, es verdad que sentimos que nos tratan y que somos trabajadores, ya no somos más “pobrecitos”. Lo que hacemos es importante.
Héroes: ¿El trabajo en equipo es importante en un emprendimiento social?
Lo es todo. De todo lo malo que me pasó en la vida, hoy rescato muchas cosas buenas. Los que formamos la Cooperativa atravesamos momentos muy difíciles, por eso podemos dar esperanzas ya que el mensaje es que siempre se puede salir adelante. El trabajo en equipo, sobre todo para un emprendedor social, es la única manera de lograr cosas.
Héroes: ¿Qué hacen en El Ceibo?
Revolver la basura te permite ver no sólo tu propia miseria, sino la de otros. No por la basura, sino la forma desinteresada en que muchos tiran lo que no sirve o lo que les sobra. El Ceibo funciona con recuperadores urbanos, es decir, personas que clasifican y enfardan la basura de empresas o vecinos y luego la venden a otros clientes para que la reutilicen. Los que trabajamos allí somos socios, y todos cobramos por cambiar el concepto de basura a material reciclable. Así es como pasamos de ser unos pocos “pobrecitos” a ser cincuenta, más de ciento veinte en la actualidad, lo que nos llevó a tener una estructura legal, como la cooperativa.
Cristina camina a diario por un enorme galpón revisando que el material reciclable esté en orden. Cada vez juntan más y cada vez tienen más clientes que les compran lo que otros tiran. No parece una persona poderosa recorriendo su oficina, pero sí se puede percibir a lo lejos otro tipo de poder, un aura que la sostiene firme y le permite aprender lo necesario como para que las cuentas cierren a fin de mes. Probablemente no haya hecho ningún curso de emprendedurismo, y es probable que no esté capacitada para reconocer las oportunidades de potenciar un negocio y venderlo ante una rueda de inversores, es que lo que ella y los socios de El Ceibo hacen, habla a las claras de otro tipo de emprendimiento.
Héroes: ¿Cuál es la diferencia entre un emprendimiento social y el resto de los emprendimientos?
No lo sé. Sólo sé que a medida que crecemos necesitamos más cosas y salimos a buscarlas, a pedirlas y hacemos la inversión que podemos, con lo que tenemos. Desde las herramientas hasta el debate por los decretos porteños que recaen sobre la recolección de residuos. Así llegamos a tener un gran galpón, una oficina administrativa en Palermo, electricidad, agua, camiones para recolectar, comedor, máquinas y casi 550 generadores que separan residuos.
Quienes emprenden se levantan muchas veces de un fracaso, y luego vuelven a intentarlo. Quizás, ese ejercicio, lo realizan muchas veces en su vida hasta que no identifican cuántas han sido. El fracaso no es lo peor que puede suceder; al conocer emprendimientos sociales como el de Cristina Lescano, podemos identificar otras variables que harían que el mayor empuje sufra la peor caída: el miedo.
Sortear el miedo y sentirse capaz de hacer algo con lo que se tiene en las manos, sin perder el tiempo ni divagar en cálculos de riesgo o variables para llegar al éxito. Se trata de hacerlo por necesidad, y hacerlo para subsistir.
En la actualidad, la cooperativa El Ceibo es reconocida en el mundo entero. Cristina contó al diario La Nación que han sido visitados muchas veces por gente que viene de Europa con el objetivo de comprender cómo construyeron esta empresa. Con vos apacible y segura, quizás mirando lo que pasó en todos estos años, ella reflexiona que se completa un círculo todos los días: “La sustentabilidad del negocio. El dinero que pagan las empresas nos permiten funcionar y nos da de vivir”, dice sobre un galpón en donde se separa el material reciclable, se capacita a personas en situación de calle y se les enseña en una jornada de ocho horas diarias que la vida puede ser más digna, aunque no lo creas.